El pasado ocho de febrero hizo un año que José Álvarez partió para siempre, se fue en la plenitud humana e intelectual, con un amplio programa de trabajo en elaboración y un rico bagaje de proyectos por realizar; nos dejó sin apenas darnos cuenta, con aquella sabia discreción tan inherente a su carácter y personalidad. La dramática e inesperada noticia nos sobrecogió de tal manera, que todavía cuesta asumirla y aceptarla; muy especialmente, a los que gozamos del privilegio de su amistad...
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