A diferencia de lo que se piensa habitualmente, la libertad y el poder resultan ser antagónicos a la vez que interdependientes, y esa condición dual indica por sí sola que el anarquismo ha infravalorado la complejidad de las relaciones tejidas entre ambos fenómenos. Contra la concepción de la libertad negativa es preciso tomar en cuenta las prácticas de subjetivación que construyen a los sujetos, y frente a la concepción absolutista de la libertad conviene restituirle su dimensión social. Por fin, la instrumentalización neoliberal de la libertad nos ilustra sobre la gubernamentalidad como arte de gobierno propio del actual capitalismo.
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