Afortunadamente, ahora se toma nuevamente en serio el desafío de la alienación en las discusiones intelectuales. Hace ya años, Axel Honneth hizo de la reflexión sobre la alienación un tema definitorio para la filosofía social en sí misma y presentó, como ejemplo principal de la filosofía social, la teoría crítica. En este horizonte, Rahel Jaeggi y Hartmut Rosa han propuesto recientemente dos concepciones de alienación. El presente artículo cuestiona estas dos propuestas, criticando en particular su anti-esencialismo. Por un lado, al cuestionar la agenda post-metafísica que Jaeggi ha heredado de Honneth, se critica la yuxtaposición de la crítica existencialista y marxista de la alienación, su comprensión de la buena vida como autonomía y, finalmente, su aceptación de la crítica postmoderna y liberal de la metafísica y la ontología. Por otro lado, en cuanto a Rosa, se analiza su enfoque social de la crítica de la alienación, enfatizando el significado de la modernidad capitalista. Pero él también acepta la agenda post-metafísica. Su idea estética de la buena vida como resonancia sigue siendo fuertemente individualista. Ambas concepciones de alienación tienen, por lo tanto, implicaciones ideológicas que amenazan con cambiar las intenciones e implicaciones originales de la teoría crítica en relación con la justicia social y política. Para concluir, se enfatiza que la crítica del capitalismo, la economía política y la política de la vida real siguen siendo relevantes para comprender la alienación, y por lo tanto,
Fortunately, the challenge of alienation is now again taken seriously in intellectual discussions.
Already years ago, Axel Honneth made the reflection on alienation a defining issue for social philosophy per se, and as the prime example of social philosophy, he brought forth Critical Theory.
Within this horizon, recently two conceptions of alienation have been proposed by Rahel Jeaggi and Hartmut Rosa, and the present article takes issue with both of these proposals, criticizing in particular their anti-essentialism. Hence, questioning the post-metaphysical agenda that Jaeggi has inherited from Honneth, I criticize her juxtaposition of the existentialist and the Marxist critique of alienation, her understanding of the good life as autonomy, and finally her acceptance of post-modern and liberal criticism of metaphysics and ontology. Turning to Rosa, I appreciate his societal approach to the critique of alienation, emphasizing the significance of capitalist modernity, but also he accepts the postmetaphysical agenda, and his aesthetic idea of the good life as resonance remains strongly individualistic. Both of these conceptions of alienation thus have ideological implications that threatens to turn upside down the original intentions and implications of Critical Theory in relation to social and political justice. To conclude, the criticism of capitalism, political economy and real life politics is still relevant for understanding alienation, and therefore it is worth returning to the classics of the discussion.
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