La concatenación de circunstancias como una prolongada crisis económica, un profundo cambio tecnológico, una creciente pérdida de credibilidad y la búsqueda de un nuevo modelo de negocio están conformando un nuevo ecosistema de la información periodística. En este novedoso entorno se perciben, de manera adicional, hechos como la consolidación de un nuevo estándar en la adquisición y transmisión del conocimiento, el paso de un mercado de demanda a otra de oferta, el reforzamiento de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en la producción, almacenamiento y distribución de los contenidos y el desplazamiento del consumidor de información en beneficio de la figura del prosumidor. En este marco de referencia surge un fenómeno como es el del denominado periodismo colaborativo, entendido como el proceso de cooperación que se establece entre distintas organizaciones dedicadas a la generación de contenidos informativos, cuyo objetivo estratégico es superar las actuales carencias detectadas en los medios de comunicación en ámbitos como el financiero, el de la calidad de contenidos o el de la recuperación de la credibilidad social, entre otros. Dicho proceso no es igual en todos los casos, admitiendo tanto distintos niveles de actuación (desde la mera compartición de contenidos hasta la producción colaborativa o la acción colectiva, por atender a las categorías distinguidas por Shirky) como diferentes facetas de acción. Entre estas últimas cobra particular relevancia la referida a la apuesta estratégica por fomentar un periodismo de investigación (aprovechando las singularidades de los cibermedios) que aspira a erigirse en auténtico vigilante social. Para aproximarnos a dicha realidad en este artículo analizamos tres de las experiencias de periodismo colaborativo de investigación que, hasta el momento, han tenido un mayor éxito y repercusión: International Consortium of Investigative Journalists, ProPublica y Journalism
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