Hasta nuestros días han llegado cinco espectaculares esculturas mexicas en forma de caracol rosado, uno de los moluscos más grandes de las costas atlánticas de Mesoamérica. Asociado simbólicamente a la luna, el agua, el viento y la fertilidad, fue apreciado en tiempos prehispánicos por su concha de lustrosos colores con la que se podía elaborar trompetas y una amplia variedad de ornamentos.
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