El retablo principal de una iglesia es la gran unidad receptora de imágenes en el camino que recorre el fiel desde el muro de cierre y acceso al templo hasta el altar mayor. Es, además, la zona que mayor atención concentra y, sin entrar a considerar la entidad que posee, depende del tipo de arquitectura religiosa en la que se ubica. En general, durante el siglo XVIII los retablos llegaron a ocupar casi la totalidad del muro de cierre del presbiterio, constando de un cuerpo único, en donde destaca la calle central, más ancha que las que la flanquean, y presentando muchas veces un camarín en su eje principal. Esa jerarquización de la zona donde están el titular y el tabernáculo también puede llevar a duplicar el número de soportes que la delimitan, con lo que se acentúa a través de estos recursos el énfasis de aquella. Si bien lo anteriormente dicho son premisas de carácter generalizador, algo de todo ello había en el desaparecido retablo mayor de la parroquial de la Asunción de Sax, obra adjudicada al valenciano Tomás Llorens en el año 1724.
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