La atención en ámbitos educativos de la salud emocional en jóvenes no ha sido históricamente un área de actuación preferente. De forma paulatina y lentamente, se ha ido asentando esta actuación desde 1977, año en el que se crea la figura del orientador educativo hasta la actualidad en la que no es posible concebir la enseñanza descuidando este aspecto. En este artículo se propone un protocolo de actuación para la detección, evaluación, derivación e intervención de los problemas emocionales en población infanto-juvenil así como los profesionales que podrían responsabilizarse de cada una de estas facetas.
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