La definición de la muerte ha cambiado a lo largo de los milenios. En su origen se determinaba por el cese de la respiración y del latido cardíaco. La aparición de los respiradores mecánicos desplazó el lugar anatómico de la muerte, del tórax al encéfalo, y pasó a definirse como el cese de la función cerebral, es decir, el coma irreversible. La reanimación parcial del cerebro de cerdos sacrificados hacía unas horas, en un experimento reciente, podría poner en cuestión de nuevo las definiciones de la muerte.
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