El ser humano y los animales recurren a veces a la violencia para obtener alimento o como medio de defensa. La decisión de emprender una agresión entraña riesgos y pone en juego circuitos neuronales específicos. Las vías nerviosas que responden a las amenazas inmediatas difieren de las que requieren deliberación. Las anomalías cerebrales afectan con más frecuencia a los delincuentes violentos que a los que carecen de ese tipo de antecedentes.
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