Las islas, al ser un territorio finito, constituyen unos verdaderos laboratorios para investigar las relaciones entre la presión demográfica y la conservación del patrimonio natural desde todas sus perspectivas. En estas zonas de estudio claramente delimitadas resulta más fácil acotar las variables clave y precisar los cálculos de valores de dichas variables. Este es el objetivo de este texto, a modo de planteamiento y reflexión, que se centra en la isla de Menorca, tanto en su vertiente terrestre como marina. El caso aquí expuesto a modo de ejemplo, no es un caso aislado. Lógicamente, hay muchos otros territorios insulares y peninsulares en situaciones similares.
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