El despliegue de la represión estatal en la Argentina realizado por la Policía de la Capital en los años treinta y en los tempranos cuarentas encontró en el llamado “enemigo comunista” un sujeto en base al cual el Estado pudo especializar y delinear distintas estrategias de disciplinamiento, que tuvieron como principal objetivo al movimiento obrero. Partiendo de esta premisa y ubicándonos en el contexto que generó el impacto de la Guerra Civil española y los comienzos de la Segunda Guerra Mundial, junto a las políticas de prescindencia y de neutralidad adoptadas por los gobiernos del período, nos proponemos analizar aquellas medidas que esa fuerza policial impartió en relación al control sobre las reuniones públicas con el objetivo de caracterizar a la lógica anticomunista presente en las herramientas de disciplinamiento dispuestas a fin de la gestión de Agustín P. Justo (1932-1938) y durante la de Roberto Ortiz y Ramón Castillo (1938-1943). Con esos objetivos abordaremos los distintos edictos policiales sobre reuniones públicas y las discusiones en torno a la aplicación de los mismos que tuvieron lugar en el Poder Legislativo, donde serán centrales las interpelaciones solicitadas por la Cámara de Diputados al Ministro del Interior Miguel Culaciati, y las diversas acciones de represión impartidas sobre el movimiento obrero entre 1938-1943 desde la Sección Especial de Represión contra el Comunismo de la Policía de la Capital.
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