Introducción. En las últimas décadas se ha generalizado la terapia con toxina botulínica para el tratamiento de diferentes trastornos musculares, así como de la espasticidad asociada a parálisis infantil. Caso clínico. Niña de 6 años diagnosticada de parálisis cerebral secundaria a agenesia parcial de cuerpo calloso, que recibía tratamiento con toxina botulínica desde octubre de 2001. A la semana de recibir la última dosis de Dysport (46 U/kg/dosis) inició un cuadro de fiebre alta, decaimiento, rechazo del alimento, crisis de atragantamiento, estreñimiento, ptosis palpebral, ausencia de reflejos osteotendinosos y mucosidad abundante, todo ello progresivo, que obligó a aplicar medidas de soporte ventilatorio. En la dosis que recibió cinco meses antes presentó un cuadro de características clínicas similares pero de menor intensidad, que se atribuyó a un proceso infeccioso respiratorio. Conclusiones. Actualmente, hay dos tipos de toxina botulínica comercializada, la británica Dysport y la estadounidense Botox; la bioequivalencia clínica de 1 U de Botox es de 2 a 6 U de Dysport, y las dosis habituales máximas (U/kg por sesión) son de 5 U unidades para Botox y 35 U para Dysport. Los límites de seguridad son amplios, con una relación dosis terapéutica y tóxica de 1:10. Los efectos secundarios generalizados debidos a la difusión de la toxina a la sangre son raros
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