Mil kilómetros de litoral bañados por el mar Caribe y el océano Pacífico dan sentido al nombre de un país centroamericano pequeño y biodiverso que, a pesar de ser diez veces menor que España, atesora casi el doble de riqueza ornitológica. Pero las aves –uno de los principales reclamos de Costa Rica– son solo una parte del enigmático puzzle colorido y vibrante en el que se sumergen los naturalistas que acuden a sus selvas, montañas o humedales. Desde las endiabladamente cromáticas y venenosas ranitas, hasta las jugosas bayas “despeinadas”, pasando por las exultantes ceibas, los impostores bichos hoja o –desde luego– los elegantes quetzales, todo rezuma vitalidad en esta tierra del trópico.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados