En la era de la vida propia se atribuyen características a las juventudes, relativas a valorar los criterios inmateriales de calidad de vida por sobre las formas clásicas de desarrollar el trabajo profesional. Es decir, que ya no se valora solo la racionalidad, sino además las emociones, donde la pasión y la convicción son elementos centrales, lo que es coherente con la pasión por generar conocimientos. Sobre tales bases, en el presente texto se les invita a producir conocimientos socialmente significativos. Ello es: crítico-sociales, y en presencia de la reflexividad y la vigilancia epistemológica.
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