Comemos, desayunamos y hasta cenamos cada vez más fuera de casa, y lo hacemos poco en familia: en el comedor escolar, solos en el restaurante, picoteando en el bar de la esquina o incluso de táper ante el ordenador de la oficina.
Esta tendencia hace que nos perdamos los muchos beneficios que aportan estas comidas compartidas. ¿Qué tal si hacemos hueco en la agenda para tomar juntos al menos una comida al día?
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