Después de cometer su espantoso crimen, provocado por el ataque de locura inducido por la diosa Hera, Hércules marchó hacia Delfos con la intención de someterse a los designios de los dioses y a la voluntad del oráculo, quien le ordenó dirigirse a Micenas para servir a las órdenes de su primo, el rey Euristeo.
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