En la iconografía religiosa hispanoamericana, la “Calle de la Amargura” no aparecerá como un conjunto escultórico o pictórico en los territorios de la expansión hispánica en la misma forma que se asentará en la España peninsular por evitar la confrontación cultural con las civilizaciones prehispánicas. La progresiva evangelización católica, de la mano de diferentes congregaciones religiosas encontrará formas nuevas para transmitir ese momento de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. A lo largo de los siglos XVII y XVIII se irá introduciendo este momento del Vía Crucis de una manera indirecta: bien sea durante las procesiones con los “encuentros” entre los pasos individualizados de Jesús Nazareno y su Madre Dolorosa en determinados momentos o en otras manifestaciones que encontrarán su origen en la iconografía andaluza pero adaptándose a la mentalidad de las poblaciones nativas.
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