Fue este un rodaje que impresionó vivamente las retinas de sus protagonistas, quienes se hubieron de desplazar más de 6.000 kilómetros de sus residencias habituales. Gianni Ruggiero, el realizador encargado por Delvico/Bates para llevar a cabo la hazaña, excusa lo intrincado de esta producción alegando que el creativo "había volado muy alto con la creatividad, imaginó el imposible, exigía una luz nueva, pretendía la emoción". Se buscaban luces y sonidos que expresaran las potencialidades de las videocámaras y equipos de alta fidelidad Sanyo.
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