Este artículo expone una aproximación a la seguidilla como manifestación poético musical y coreográfica que surge en España sobre el siglo XVI y alcanza su máximo esplendor en el Siglo de Oro. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, coincidiendo con las invasiones napoleónicas y el despertar de los sentimientos nacionalistas, la tonadilla escénica se constituye como una reacción a lo extranjero y pasión o moda por lo popular. Será en esta manifestación musical, donde la seguidilla alcance mayor relevancia debido al carácter nacionalista que representaba. Este éxito permite la difusión de la misma a las colonias españolas y llega a México a finales del siglo XVIII, aproximadamente. Su nombre desaparece y, actualmente, se reconoce más bien por la estrofa que la caracteriza, la cual se puede encontrar en varios sones y regiones de dicho país.
El seguimiento de la seguidilla realizado en este artículo, tanto en España como en México, está sujeto al contexto histórico, económico y social en que se gesta, al mutuo diálogo que acontece entre la oralidad y la escritura, y al intercambio cultural entre el teatro y las festividades populares.
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