La madurez de la vida cristiana es un problema ante todo personal, pero que debe enmarcarse en la situación del mundo moderno y de las dificultades que éste representa para vivir la fe. Ante estas condiciones se impone una actitud crítica que implica rehusar al desorden que aparece en nuestra vida y desmitificar los proyectos que nada tienen que ver con el Evangelio.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados