Estados Unidos
El propósito central de este artículo es adelantar un proyecto político y normativo para el establecimiento internacional de los derechos sexuales como derechos humanos.Debido a la organización social del sexo y del género en nuestras sociedades contemporáneas, consideramos que son urgentes las demandas por diseñar y establecer normas para proteger la diferencia sexual y auspiciar la afirmación de la diversidad sexual. Por un lado, identificamos la necesidad de establecer algunos derechos sexuales negativos capaces de proteger la integridad sexual de ciertos individuos que históricamente han sido marginados y de algunos grupos que suelen ser blanco de la violencia heterosexista. Por el otro, consideramos necesario promover derechos sexuales positivos que afirmen la diversidad sexual y auspicien vidas sexuales llenas de placer.Sostenemos que para la justificación y aceptación de los derechos sexuales negativos sólo se requiere una política y una ética de la tolerancia. En cambio los derechos sexuales positivos exigen la adopción de un paradigma político y ético diferente, basado en el reconocimiento. El proyecto político de los derechos sexuales positivos busca, en última instancia, destruir la hegemonía masculina sobre la práctica y el discurso de la sexualidad, y pretende asimismo descentrar la heterosexualidad. Pese a los límites de los movimientos sociales basados en la identidad sexual, su impacto social y cultural ha sido profundo. Por ello opinamos que los derechos sexuales negativos son hoy un proyecto más que factible. Más aún, hemos desarrollado la idea de que la posibilidad de concretar el proyecto de los derechos sexuales positivos resulta de la combinación creativa de dos fuerzas. Primero, los potenciales emancipatorios de los movimientos sociales basados en la identidad sexual que han permitido mantener un cuestionamiento constante de la actual organización social de la sexualidad. Segundo, las transformaciones profundas en teoría social y filosofía que nos lleva a pensar y experimentar la sexualidad (y sus identidades) de manera no esencialista, descentrada, relacional, interactiva y fluida. Finalmente, esto abre la posibilidad de desestabilizar los efectos que las relaciones de poder tienen sobre el sexo, la sexualidad y la identidad sexual.
The main aim of this article is to promote a political and normative project for the international establishment of sexual rights as human rights.Due to the social organization of sex and gender in contemporary societies, we believe that there is an urgent demand to design and establish norms to protect sexual difference and encourage the affirmation of sexual diversity. On the one hand, we identify the need for negative sexual rights capable of protecting the sexual integrity of historically marginalized individuals and groups that have become the target of heterosexist violence. On the other hand, we explain the need to promote positive sexual rights that affirm sexual diversity and encourage pleasurable sex lives.We hold that the justification and acceptance of negative sexual rights merely requires a politics and ethics of tolerance. Conversely, positive sexual rights demand a different political and ethical paradigm, based on recognition. The political project of positive sexual rights ultimately seeks to destroy male hegemony over the practice and discourse of sexuality and to remove heterosexuality from the center. Despite the limits of social movements based on sexual identity, we believe that they have had a profound social and cultural impact, which is why we argue that negative sexual rights are now an extremely feasible project. Moreover, we develop the idea that the possibility of undertaking a project of positive sexual rights is based on the creative combination of two forces. The first is the emancipatory forces of social movements based on sexual identity that have permitted the continuous questioning of the current social organization of sexuality. The second is the profound transformations of social theory and philosophy that enable us to conceive of and experience sexuality (and its identities) in a nonexistentialist, decentered, relational, interactive and fluid manner. In the end, we believe that this opens up the possibility of destabilizing the effects that power relations have on sex, sexuality and sexual identity.
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