Hace unos años se hablaba de la muerte de Dios, de proyectos de un cristianismo no religioso, del derrumbamiento defintivo de las sociedades religiosas en la sociedad secular. En los años setenta el cambio de escena ha sido bastante repentino. El interés por lo sagrado en Occidente es un hecho: intensidad de la religiosidad popular, auge de la espiritualidad oriental, proliferación de sectas... Nuestro análisis es que estamos asistiendo a un proceso de cambio histórico largo, muy en profundidad, y se cruzan de diversas maneras los hilos terminales de unas formas caducas con los indicios religiosos que reanudan la inspiración religiosa.
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