El pueblo, tal y como se entiende en el artículo, tiene sus valores propios, que debería aportar a la elaboración ética de la Iglesia. Sin embargo, no existen todavía muchos cauces jurídicos para este diálogo e influjo complementario. Su voz se hace presente por otros caminos que resultan también eficaces. Cuáles son estos en concreto y cómo estar atentos a esta presencia es lo que pretenden las siguientes reflexiones.
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