Jean-Marie Le Pen asusta. Quiere expulsar a más de tres millones de inmigrantes legales y reducir la Constitución republicana a la "preferencia nacional". Pero también asusta la impotencia de la izquierda francesa, que cree que el líder fascista es popular entre los obreros, y carecen de respuesta a sus críticas a Maastricht. Tanto sindicatos como socialistas y comunistas se resisten a movilizarse contra Le Pen en su afán por acaparar la mayoría gubernamental. El fantasma del fascismo recorre Europa otra vez.
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