En un momento en el que la tecnología está impactando de lleno en, prácticamente, todos los entornos laborales, seguir aprendiendo, formándose, puede resultar más útil y productivo que nunca. No obstante, el aprendizaje en adultos no está exento de dificultades: por una parte, hay que reconocer que se carece de ciertos conocimientos, y si se le suman el esfuerzo y dedicación que la formación requiere, es posible que las personas sean reacias a afrontarlo. Por otra parte, muchas compañías, aunque saben que formar a sus empleados es clave, no consiguen implementar iniciativas realmente útiles, ni ofrecen espacios para el aprendizaje. ¿Cómo pueden lograrlo, y cómo podemos nosotros, como individuos, abor-dar el trabajo de aprendizaje, especialmente el que es capaz de transformar a los profesionales y las organizaciones?
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