En El lugar de un hombre, la primera obra exílica de Ramón J. Sender, se evoca el pasado relacionado con el crimen de Cuenca. Al recordar dicho pasado, la narración presagia la pronta llegada de un gran conflicto (la Guerra Civil). El presagio se basa en ciertos hechos existentes, como el antagonismo social y político y la complicidad de la Iglesia con el poder. Mientras que estos problemas se manifiestan como una representación simbólica en la novela, el presagio se percibe en la representación de Ana Launer, una supuesta bruja. Prediciendo la verdad y hablando de las casualidades, la narración senderiana sobre Ana Launer caracteriza la escritura exílica de nuestro autor e ilustra el sentido de la memoria: cuestionar la historia oficialmente contada y despertar en el público una mayor curiosidad por el pasado.
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