Ciudad Real, España
El trabajo analiza el lenguaje jurídico, y especialmente el lenguaje normativo, desde la perspectiva de las relaciones entre derecho y lenguaje. Si el lenguaje es conceptualmente previo al derecho, y configura de algún modo la “materia prima” que este necesita para ser formulado, el lenguaje jurídico no puede ser algo de naturaleza diferente al lenguaje en general. De ahí que mantenga todas sus propiedades, aunque tenga como especialidades su carácter prescriptivo, finalista y sistemático, e incorpore, junto al léxico común o el propio de otras disciplinas, un léxico específico. En todo caso, la gran peculiaridad del lenguaje jurídico (y muy especialmente del lenguaje normativo) es que sus destinatarios no son solo los especialistas en la materia, sino todos los ciudadanos. Por eso el lenguaje jurídico nunca puede ser una jerga. Desde esta perspectiva, se analizan los principios más importantes y los problemas más comunes que plantea el lenguaje normativo en los distintos ámbitos de la lingüística: morfología, sintaxis, ortografía, léxico, y semántica; y se añaden consideraciones sobre el estilo del lenguaje normativo. El trabajo considera especialmente cuestiones como la excesiva utilización de las mayúsculas o el problema del lenguaje no sexista. Por otro lado, se plantea si corresponde principalmente a las academias de la lengua o a los gobiernos y administraciones la regulación del lenguaje jurídico, para llegar a la conclusión de que las pautas de las academias deben ser comunes al idioma en todos los países en los que se habla, y deben prevalecer y ser la base de cualesquiera otras pautas o criterios. Por último, este estudio considera cómo se puede controlar el uso correcto del lenguaje normativo. En este ámbito se proponen medidas como la implantación de un control lingüístico específico en el proceso de elaboración de las normas.
The paper analyzes the legal language in general, and especially the language of legal standards, from the perspective of the relations between law and language. If language is conceptually prior to law, and somehow set the “raw material” it needs to be formulated, the legal language cannot have different nature to language in general. Hence, it keeps all its properties, while having specialties as its prescriptive, finalist and systematic role, and incorporates, by the common or own lexicon of other disciplines, a specific lexicon. In any case, the great peculiarity of legal language (and especially the normative language) is that the recipients are not only specialists in the field, but all citizens. So legal language should never be a jargon.
From this perspective, the main principles and the most common problems of normative language in the various areas of linguistics are analyzed: morphology, syntax, spelling, vocabulary, and semantics, adding style considerations of normative language. The work especially considers issues such as the excessive use of capitalization or the problem of non-sexist language. On the other hand, it arises if academies or governments should stablish regulation of legal language, concluding that the guidelines of the academies should be common to all the language in all countries that it is spoken, and must prevail and be the basis of any other guidelines or criteria.
Finally, this study looks at how to control the correct use of legal language.
In this context, it proposes measures such as the introduction of a specific linguistic control in the process of developing legal standards.
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