Ante el actual proceso de debate pre-electoral en Estados Unidos, las cuestiones económicas adquieren especial relevancia. A pesar de que los dramáticos acontecimientos del 11-S y las repercusiones de la guerra en Irak forman parte de las prioridades temáticas en los discursos de los candidatos, no es menos cierto que los condicionantes y efectos económicos subyacen en las posiciones públicas de republicanos y demócratas. Se requiere, por tanto, una visión panorámica sobre el balance político-económico de una economía que, en el umbral del siglo XXI, remata un ciclo de crecimiento con un epílogo bélico de enorme incertidumbre. Los datos macroeconómicos reflejan una situación recesiva o, cuando menos, estancada, a pesar de los esfuerzos de la autoridad monetaria por mantener tipos de interés casi nulos a fin de incentivar la inversiòn y estimular el empleo y el crecimiento económico en un país herido por la daga del terrorismo. En esta primera parte del artículo se sintetizan los principales factores que contribuyeron a una expansión económica a lo largo del mandato de Clinton en una fase que se conoce como Nueva Economía, debido al avance tecnológico y productivo que significaron las tecnologías de la información y la comunicación para el proceso económico.
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