Hace doce años viajé a México como turista, entonces, me di cuenta de las muchas diferencias que hay con mi país de origen, los EE. UU, las cuales me han fascinado. Desde el principio, la pintura blanca en los troncos de madera, el fuerte sol, las personas arrodillándose al pasar por la catedral pero, especialmente, me atrajeron las personas en sí, sus características mestizas y sus rasgos que desconocía.
Cuando comencé a fotografiar con mi “cámara de formato medio”, retraté los rostros de todas las personas, en la calle o de donde estuviese. El tener un conocimiento limitado acerca de la cultura mexicana me llevó a fotografiar sujetos singularmente aislados del paisaje.
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