El cristianismo pasa por una crisis de credibilidad en nuestras sociedades europeas, donde Dios parece la sombra de un vacío. A la crisis de Dios solo puede responderse con una pasión infinita por Él, de la que no puede desligarse el cultivo de la inteligencia, pues la vida espiritual es un todo hecho de oración, reflexión y amor al prójimo.
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