En apenas media hora, el Valle del Tena, en Huesca, revivió el diluvio universal. Un camping próximo a Biescas, en el corazón del Pirineo, se convirtió en un infierno de lodo y muerte. La tragedia es un impuesto que se cobra el verano en forma de tormenta. El año pasado, la final de Copa del Rey de fútbol se convirtió en un partido de waterpolo, y una riada en Guadalajara se llevó a nueve personas. El agua es inclemente.
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