La pensión sutituyó a la mesa camilla familiar durante la posguerra española. Gran parte de los estudiantes que llegaban a Madrid disfrutaban de "inconcebibles" libertades en ese hogar provisional. Otros, menos resueltos para la integración urbana, soportaban las constantes burlas de los compañeros.
Juan Ballesta, ilustrador habitual de esta revista, no sólo sabe dibujar con acidez y maestría la cotidianeidad. A veces extrae de su improvisación deliciosos relatos, como este episodio que rescata buena parte de nuestra historia común, incluida la "conquista" en la pensión. Como cada noche, los rumores de "caza" se prolongan hasta el alba.
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