Irak vive un importante marasmo social, agravado por la corrupción y la decadencia de sus instituciones. La población, que se manifiesta desde hace tres meses, cuestiona el sistema político, basado en el sectarismo y la confesionalidad. Las protestas, que por ahora protagonizan fundamentalmente los chiíes, denuncian la omnipresencia de la influencia iraní.
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