El fútbol es un fenómeno social. Incluso cuando el espectáculo, como en la Eurocopa 96, brilla por su ausencia. Más allá de los jugadores, más allá de la profesionalización que les rodea, está la afición. Seguidores variopintos, radicales y agresivos, divertidos y pacíficos, acuden al libro gráfico con el que el fotógrafo Chema Barroso rinde homenaje al aficionado. Sin ellos no habría goles.
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