Barcelona es la ciudad de los editores. Esto que es una realidad aceptada con naturalidad por el resto de España, se hace más evidente durante los 15 días que dura la vertiginosa Feria del Libro de Madrid. Los editores catalanes participan activamente en este acontecimiento cultural, en el que más del 60 por ciento de las novedades que allí se exhiben han sido editadas en Cataluña. ¿Y por qué en un país preocupado por la inmersión lingüística es donde más castellano se edita? Aquí todos coinciden de forma categórica: "Cataluña es un país bilingüe, no existe ningún problema para editar en castellano. La convivencia es perfecta". Hay quien, como Esther Tusquets, afirma que existe una cultura catalana en castellano, de escritores y editores que escriben y editan en castellano y son "verdaderamente catalanes". No hay pues contradicción. Y es que el complejo mundo de la edición, que participa tanto de un entramado industrial como cultural, se ha beneficiado de una tradición que, desde el siglo pasado, ha caracterizado al país catalán: su innegable capacidad para los negocios, apoyada en una poderosa industria, y una porosidad cultural que, sobre todo durante la dictadura, hizo de Cataluña la ciudad más vanguardista de España. Y no es que en Madrid no exista industria editorial. En según que sectores el número de títulos publicados supera a los editados en Cataluña y también hay magníficas editoriales que velan por la literatura, pero son los catalanes quiénes acaparan un protagonismo ganado de forma legítima.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados