La brutal desaceleración de la economía mundial obliga a las grandes potencias a replantearse sus estrategias industriales y comerciales. Más allá de las declaraciones y anuncios destinados a apaciguar a las poblaciones que se han visto angustiadas por la crisis sanitaria, muchos Gobiernos prometen que van a hacer todo lo posible para reducir su dependencia de China. Sin embargo, las futuras reconfiguraciones van a depender, principalmente, de las tensiones geopolíticas que enfrentan a Washington y Pekín.
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