En el lugar conocido como Guisando, en el Tiemblo (Ávila), se pueden contemplar cuatro figuras de animales realizadas en granito que sorprenden, entre otras cosas, por su esquematismo, su belleza plástica y sus considerables dimensiones de más de un metro y medio de alto por cerca de tres metros de largo. Los rasgos de las figuras de Guisando, que datan de los siglos II o I antes de Cristo, coinciden con las de un conjunto de esculturas a las que se ha venido en denominar verracos. Pero, ¿qué función tenían? ¿una finalidad mágico y religiosa? ¿la representación de divinidades protectoras de ganado? No lo tenemos nada claro en pleno siglo XXI.
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