El 2 de marzo de 1939, tras un cónclave brevísimo de apenas tres escrutinios, el cardenal Eugenio Pacelli fue elegido papa y tomó el nombre de Pío XII para indicar la continuidad con su predecesor Pío XI, del que había sido su más fiel colaborador durante diez años como secretario de Estado.
El cónclave de 1939 fue el más corto de duración y el mayor en número de electores. Desde que en el siglo XIII se estableció la costumbre de elegir pontífice por medio de los cardenales aislados en cónclave, ninguno de éstos había resultado más corto. Solamente la elección de Gregorio XV en 1621 tuvo la misma duración. Con Pío XII era elegido papa por vez primera el secretario de Estado de su predecesor, sin el veto ni la oposición de país alguno. Tras su elección surgió inmediata la pregunta: «¿Papa religioso o papa político?». Y la respuesta fue que Pío XII era una y otra cosa, siempre que se entendiera el término «política» en el sentido más noble y alto, en los antípodas de la politiquería.
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