La violencia de género y el suicidio tienen una relación bidireccional que muchas veces no es tenida en cuenta en los servicios de atención sanitarios. Se analiza la atención recibida en mujeres atendidas por un intento de suicidio en hospitales aplicando protocolo de derivación a centro comunitario. Se observa que al menos un 44% han sufrido experiencias de violencia de género (y un 20% de las que tienen pareja la vivían), según los registros, sin entrevistas específicas para detectarlo. Se detectan más en los servicios comunitarios que en los de urgencias hospitalarios.
Posiblemente están infra diagnosticadas y quedan invisibilizadas, teniendo poca relevancia como foco de atención y tratamiento.
Esto dificulta el proceso recuperación de las mujeres y, probablemente facilita la cronificación de los efectos de la violencia y que los síntomas se diagnostiquen de trastorno mental. Se aumenta el riesgo de iatrogenia y revictimización secundaria institucional
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