El capitalismo histórico opera sobre las siguientes jerarquías: primero, una división internacional del trabajo compuesta por centros metropolitanos, periferias subordinadas a dichos centros y algunas semi-periferias que comparten relaciones de centro con regiones periféricas y relaciones de periferia con ciertos centros; segundo, un sistema interestatal de estados dominantes y subordinados, de estados metropolitanos y periféricos, correspondientes en la mayoría de los casos a la jerarquía de la división internacional del trabajo y en su mayoría organizados alrededor de la ficción del estado-nación; tercero, una jerarquía de clase dividida entre el capital y las diversas formas de trabajo explotado; cuarto, una jerarquía etno-racial donde los blancos europeos dominan en términos de poder, status y prestigio sobre grupos etno-raciales no-europeos construidos y constituidos como 'otredad' culturalmente o biológicamente «inferiores»; quinto, una jerarquía de género donde los hombres gozan de mayores poderes e impregnan las relaciones sociales de una construcción viril, patriarcal y machista de las discursividades nacionales, políticas y culturales (Wallerstein 1984; Said 1979; Enloe 1994); sexto, una jerarquía sexual donde se privilegia la heterosexualidad sobre la homosexualidad; séptimo una jerarquía espiritual donde se privilegia el cristianismo sobre otras religiones; octavo, una jerarquía epistémica donde se privilegian los conocimientos europeos sobre conocimientos no-europeos a través de una red global de universidades.
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