Un «loco lindo» en la pampa uruguaya: Felisberto Hernández entre mandoleones y «acordes aplastados»

• Autores: Irina Bajini
• Localización: Guaraguao: revista de cultura latinoamericana, ISSN 1137-2354, Año 21, Nº. 55, 2017, págs. 21-30
• Idioma: español
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• Resumen

  • Sin embargo, hay escritores que nos obligan a ser chismosos en contra de nuestra voluntad, porque nos involucran en las espirales de su vida más íntima para seducirnos, como si fuéramos, nosotros, sus psicoanalistas, y ellos, pacientes con neurosis de transferencia. (Hernández 1998: 206) No cabe duda, pues, que en esa mala música entran todos los géneros comerciales de la época, en primer lugar el tango de la así llamada ?guardia nueva?, que abarca un período del desenvolvimiento del tango iniciado hacia el año de 1920, en el cual no solamente se producen marcados cambios en el ambiente social donde el tango es bailado y escuchado, sino también en su conformación musical y coreográfica, así como en el desarrollo de las letras de los tangos cantados. Sin embargo, a pesar de su paulatina pero constante penetración en la industria del cine, de la radio y del disco, el tango se mantenía alejado de teatros y academias. Dejá las pebetas para los muchachos: esos platos fuertes no son para vos. ¡Y enfundá la mandolina! (Rodríguez) Pues bien, en Gira con Yamandú Rodríguez, Felisberto se divierte contando con gran sentido del humor uno de sus fiascos: en el cinematógrafo de una pequeña ciudad de provincia, a las tres de la tarde, delante de una platea repleta de niños, Yamandú intentó recitar un diálogo entre Clemente VII y Benvenuto Cellini y Felisberto se esforzó en tocar su programa de música española contemporánea hasta el final, hasta que: