En mayo de 2015, la Unión Europea puso en marcha la Operación Sophia para combatir el modelo de negocio de las redes de tráfico ilícito y trata de personas en el Mediterráneo. El empleo de una operación militar para tratar de atajar un problema tradicionalmente ligado a la acción policial y judicial ha sido ampliamente criticado.
Tomando como punto de partida esta visión crítica, este trabajo analiza dos de las variables con las que se puede medir la posible eficacia de la operación: el flujo de migrantes en la ruta central del Mediterráneo y los resultados alcanzados con el entrenamiento proporcionado a los miembros de la Armada y el servicio de guardacostas libios.
In May 2015, the European Union launched Operation Sophia with the goal of combating the business model of smugglers and human traffickers in the Mediterranean Sea. The use of a military operation trying to tackle a problem traditionally linked to police and judicial action has been widely criticized. Taking as a starting point this critical vision, this paper analyses two of the variables used to measure the effectiveness of the operation: the flow of migrants in the central Mediterranean route and the results achieved with the training provided to the members of the Navy and the Libyan Coast Guard Service.
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