El poema «no soy yo», tampoco es la «expresión de mis sentimientos» o de mi «verdad interior», aunque todo lo que yo sea o tenga -palabras, sentimientos, experiencias, incluso lo que no controlo-, acaben siendo materiales para construir el poema: una cosa más agregada al mundo, que diría Borges. Ella, sin embargo, tuvo un espíritu libre y nunca hizo una profesión pública de fe. Precisamente ella solo tenía un tribunal, su propia conciencia: «Sólo tú mismo puedes ser / tu enemigo - / cautividad es conciencia - y también la libertad» (poema 384). Sin embargo, hoy brilla su nombre como una estrella solitaria en aquel firmamento oscurecido por el tiempo y su voz en la distancia sigue emocionando, como esta estrofa arrancada a su poema «A orillas del Sar»: Cual si en suelo extranjero me hallase, tímida y hosca, contemplo desde lejos los bosques y alturas y los floridos senderos donde en cada rincón me aguardaba la esperanza sonriendo.
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