Madrid, España
Málaga, España
La expansión urbana del primer tercio del siglo XX fue posible por la aparición de las dos fuentes de energía que caracterizaron a la segunda industrialización. La electricidad –energía que movió a los trenes, tranvías y al metro- y el petróleo –autobuses, camiones, taxis y automóviles-, que impulsaron los sistemas de transporte público y privado en los grandes núcleos urbanos. Si importante fue la electricidad para la movilidad urbana, no lo fue menos para el desarrollo de los sistemas de alumbrado público y la consiguiente expansión de las redes eléctricas urbanas. Igualmente, para la construcción de las redes telegráfica y telefónica españolas. El alumbrado público y los transportes urbanos avivaron la primera expansión de las redes eléctricas, pronto acompañadas del consumo con fines industriales, comerciales y domésticos. El abaratamiento de las tarifas y los conciertos con ayuntamientos, empresas de transporte y grandes industrias, favorecieron la constitución de grandes empresas eléctricas.
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