Para superar las carencias en grandes infraestructuras de ciencia y tecnología que sufre España, a comienzos de los años noventa empezó a gestarse la idea de construir una fuente de luz de sincrotrón.
El desarrollo del proyecto tuvo que superar numerosos obstáculos y desconfianzas, provenientes, en parte, de la propia comunidad científica.
Gracias al empeño de sus promotores políticos y científicos, el sincrotrón ALBA es hoy una realidad y se encuentra entre las mejores instalaciones europeas.
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