Las máquinas con un nivel de inteligencia humano se vislumbran ya en el horizonte. Aún se mantiene la incógnita de si podrán llegar a ser conscientes, lo cual tendría importantes implicaciones éticas.
De acuerdo con la teoría del espacio de trabajo neuronal global, una simulación suficientemente fiel de un cerebro podría generar consciencia. La verdadera inteligencia artificial sería sensible.
En cambio, la teoría de la información integrada postula que la consciencia surge a partir de los poderes causales del cerebro. Estos no pueden simularse, así que los ordenadores nunca dejarían de ser meras máquinas.
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