En los países desarrollados, la electricidad, al igual que el agua y la comida es una de las necesidades más básicas. Nuestras acciones diarias se relacionan directamente con la electricidad, desde los electrodomésticos empleados en casa hasta el sector del transporte, en el lugar de trabajo, los ascensores, los complejos deportivos, los centros comerciales, el acceso a los medios de comunicación y las autopistas de la información. El último apagón que tuvo lugar en la zona nordeste ha demostrado una vez más hasta que punto confiamos en el imperceptible kilovatio/hora ¿silencioso, invisible a nuestros ojos y a pesar de ello, lo suficientemente poderoso como para cambiarnos la vida¿.
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