Se está naturalizando la figura del periodista pegado a un argumentario de uno u otro partido. El arte del reality show ya se había interiorizado como natural en la teatralización exagerada de la política y ahora está fagocitando la independencia de estos periodistas al ser reconvertidos en predicadores de púlpito. Ello ha proyectado cierto descrédito en la imagen social del periodismo. Ha crecido la percepción del periodista vinculado a una ideología que defiende por encima de su rigor. Esta situación la aprovechan los generadores de bulos y los populismos para desacreditar la profesión.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados