La transición a la vida adulta es una etapa relevante en el ciclo vital de cualquier persona y requiere de la capacidad para emanciparse económicamente. La emancipación económica suele estar condicionada por la obtención de un trabajo remunerado que se pueda mantener en el tiempo. Y para mantener el trabajo hay que tener incorporadas competencias personales de autonomía y responsabilidad en la toma de decisiones. Según el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España, en 2019 tan sólo el 18,5% de los jóvenes españoles menores de 30 años han podido emanciparse, este porcentaje se reduce aún más en jóvenes menores de 24 años. La precariedad laboral y el alto coste de la vivienda son la causa principal de estos datos. Los jóvenes provenientes del Sistema de Protección, al cumplir la mayoría de edad, han de enfrentarse a desafíos mayores al carecer de redes sociales sólidas, personas de referencia y/o modelos en su ámbito familiar. Por ese motivo, es de vital importancia la implementación de programas que proporcionen apoyos durante ese proceso vital: ITACA.
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