El cine permite dar palabras e imágenes al acontecimiento catastrófico. Ofrece la posibilidad de operar con el real traumático social y en consecuencia simbolizarlo. Tanto el psicoanálisis como el arte emprenden, por vías distintas, esta ardua tarea de hacer pasar lo real a lo simbólico, de inscribir lo imposible. Se trata de dar imágenes, palabras y representaciones a aquello que en principio está ausente, silenciado, rechazado. Para que ese real deje de ser una mortificación hecha herida abierta, instalada como repetición vana. En ese sentido, el cine es pasador de lo real a lo simbólico a través de las imágenes. El presente artículo introduce esta tesis a través de ejemplos de la pintura, la performance y el cine.
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